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viernes, 28 de mayo de 2010

La Vocación

Bonne nuit!. Ayer releyendo un texto sobre la vocación (de Santiago Kovadloff) me pareció oportuno realizar una interpretación del mismo y, sumado a mis experiencias personales, compartir con ustedes el suceso.
 Sin más preámbulo he aquí mi (breve) escrito:


La vocación. 
 El sujeto, en el transcurso de su vida, realiza elecciones, a veces en circunstancias que prefiere optar y a veces en otras que no; lo importante es que él elige.
 La vocación, a diferencia de la elección, lo elige al sujeto, le da forma. Intenta imponerse. Está en él aceptarla o no. Al rechazarla difícilmente podamos llegar a ser lo que queramos ya que, seguramente, sentiremos desinterés, depresión, desasosiego, etc. Si la acepta se sentirá realizado, pleno, satisfecho, “vivo”, etc.
 Hay que tener presente que toda vocación, dada su naturaleza incapaz de tolerar ambigüedades y deserciones, tiene mucho de absorbente, despótica e inflexible. Exige una obediencia de doble índole; por un lado, consagración total a su sentido y, por el otro, plena subordinación a su mandato. Podemos comprender qué nos pide ella pero nunca nos sentiremos seguros de complacerla como se debe. Por ello el goce del sujeto (de vocación) reside en la perseverancia con que vive su propia pasión. Una vocación es la mayor victoria que un ser humano puede lograr sobre la rutina y la indiferencia. El hombre de vocación difiere del que no lo es por su imposibilidad de dejar de serlo y por su incapacidad de abandonar el ejercicio de su vocación. Algo a tener muy presente es que la vocación puede surgir en cualquier momento y cuando uno menos se lo espera.
 A modo de ejemplo, os cuento que Wolfgang Amadeus Mozart desde niño se supo prodigio de la música y vivió sólo 35 años. En ese breve tiempo compuso numerosas piezas y trascendió hasta nuestros tiempos como uno de los más grandes compositores. Él encontró su vocación muy joven. A diferencia de él, Michel de Montaigne encontró su vocación de ensayista casi en el ocaso de su vida, no obstante, eso no se constituyó en un impedimento para realizar su pasión. Poco tiempo “de vocación” fue suficiente para que trascendiera hasta la actualidad.
 Cuando uno se deja alcanzar por aquello que te mueve “desde adentro”, como una fuerza imparable de energía que te empuja a alcanzar los límites de la realidad (y más allá) el tiempo se torna un factor irrelevante, la muerte pierde por jaque mate si te halla en el ejercicio de tu vocación.







Clark Miles.



Au revoir. 



 

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